El tema que analizaremos en esta película es la importancia que tiene el Espacio en el desenvolvimiento de la trama. Extraños en un tren difiere de las películas anteriores en cuanto al manejo del personaje criminal, quien no solamente comete el asesinato y trata de transferir la culpa al protagonista sino también, utiliza el chantaje como un medio para lograr sus propósitos.
El choque entre el protagonista y el antagonista se delimita al inicio de la historia, al enfocar solamente sus zapatos, se trata de evidenciar la diferencia moral entre ambos: Guy es poseedor de una moral que se tambalea ante el rumor social, sin embargo se mantiene firme en su posición frente al extraño del tren; Bruno, quien desde el inicio con su zapatos de dos colores (blanco y negro) es configurado como un hombre con doble moral, es haragán y vividor, por lo que su deseo es eliminar a su padre para heredar todo su dinero, es aquí en donde decide sin titubear involucrar a Guy en sus planes.
El viaje en el tren cambia drásticamente la vida del protagonista, ya que, implica el cambio de espacio y del estado interno del personaje. Guy se ve obligado a cambiar y emprender un viaje de búsqueda de la verdad para poder liberarse de las artimañas de Bruno, su antagonista. Por otra parte, Bruno mantiene su posición dual como personaje conflictivo, busca hasta el final incriminar a Guy en el homicidio de su esposa, y de esta manera, cumplir sus planes.
Bruno se caracteriza por ser un personaje infantilizado, sus acciones le parecen de los más normales. Si lo analizamos como el prototipo del héroe hitchcockiano, los conflictos morales no son impedimento para él, lo único que le interesa es poder cumplir con sus expectativas, para ello, busca manipular los hilos de sus posibles marionetas. El triángulo amoroso de Guy, Miriam y Anne, le ofrece la oportunidad de cumplir el último de sus deseos, la propuesta del cambio de homicidios ilumina sus aspiraciones, ve en Guy el hombre con los motivos suficientes para convertirse en su cómplice. Al igual que las líneas de tren que se entrecruzan, Guy y Bruno son dos personajes disímiles con aspiraciones distintas, ambos se mueven por el espacio invadido por el otro. El chantaje de Bruno busca transferir la culpa de la muerte de Miriam a Guy, para que este finalmente cometa el homicidio de su padre.
Los espacios públicos se convierten en el sinónimo de peligro, fuera de los muros del hogar el criminal ronda en busca de sus víctimas, cuando este invade el espacio privado del Guy, Bruno se delata ante Bárbara y Anne. El parecido entre Barbara y Miriam perturba a Bruno, al extremo de recordar en ella a su víctima, por lo que la culpa que siente por el asesinato no se queda del todo silenciada.
Dentro del espacio del carnaval y la noche, se lleva a cabo el homicidio. Bruno surge como una sombra siniestra en medio de la oscuridad. Durante el día se presenta como un caballero carismático, como acechador de su próxima presa, Guy. El protagonista debe luchar contra esta sombra, desplazarse continuamente de espacio para poder evitar su presencia, este desplazamiento lo lleva a la escena del crimen, en dónde busca comprobar su inocencia en medio de la lucha en el carrusel.
Los umbrales se convierten es espacios simbólicos en esta película, el primero de ellos es la reja del parque frente a la casa de Guy. El parque se encuentra a oscuras y desde atrás de la reja, Bruno lo llama al igual que una figura de inframundo. Dentro del espacio del carnaval, el paseo por el bote del amor se convierte en un descenso al infierno, donde las sombras proyectadas en las paredes se convierten en la teatralización de las torturas infernales.
El tercer umbral – espacio se encuentra en la casa de Bruno, las escaleras hacia el cuarto del padre se encuentran custodiadas por un perro guardián, que al igual que Cancerbero, protege las puertas hacia lo desconocido, hacia el infierno. Cuando Guy encuentra a Bruno en el cuarto de su padre, esto se convierte en la firma en su acta de condenación y muerte; Bruno ahora buscará la forma de liquidar a Guy y desvincularse de la escena del crimen.
El encendedor se convierte en la única evidencia que logrará incriminar a Guy en el homicidio de su esposa; el haberlo olvidado en el tren genera en el antagonista la certeza de que logrará conseguir el apoyo de Guy para el intercambio de homicidios, para Bruno este insignificante olvido se convierte en su as bajo la manga, para él es como si Guy hubiera aceptado el trato.
El manejo de la cámara y las escenas es totalmente innovador, la filmación de muchas de ellas debieron involucrar el genio máximo de Hichcock. Nadie podría negar que la filmación de la escena de la pelea en el carrucel es fenomenal, así como también la perpectiva y focalización de la muerte de Miriam a través de sus antejos, mostrándonos una técnica sorprendente nunca antes vista hasta el momento, ténica que es constantemente empleada en las últimas películas de la nueva generación cinematográfica de nuestra época.
La complejidad de los personajes y de la trama, hace que el manejo de la tensión y el suspenso sea superior al de sus antecesoras. En La soga, vivíamos el suspenso desde la perspectiva de los criminales, en esta desde la presión y el miedo que siente el protagonista ante su incriminación. Bruno no sufre ningún cambio a lo largo de toda la película, Guy logra comprobar su inocencia y a ser más precavido con las personas que conoce en los trenes, su fama y conflictos personales lo convirtieron en el hombre adecuado para ser parte de una conspiración, en dónde él figuraba como el único culpable.
De esta manera, muchas de las palabras que Bruno dirigió a Guy se cumplen, nadie sospecharía de él, pues nadie podría relacionarlo con una mujer desconocida y con un pueblo al que nunca había ido antes. Lo cierto es que gracias a él, Guy y Anne logran realizar su aspiración casarse y realizar una vida juntos.
Hitchcock nos proporciona dos visiones distintas de la mujer: Miriam es una mujer infiel e interesada por la creciente fama de su esposo, Anne por el contrario, es la mujer pura y fiel ante cualquier situación. La muerte de Miriam les brinda a Guy y Anne la posibilidad de la realización marital, realización que no se podría haber realizado sin la intervención de Bruno.
Bruno bien puede ser entendido como un alter-ego de Guy; él desea, en un momento, la muette de su esposa. Bruno lo complace. El descubrir cómo este personaje está dispuesto a cumplir con los deseos oscuros del tenista, agobia incluso a Anne.
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