jueves, 26 de mayo de 2011

Psicosis

Es imposible medir la gravedad de una enfermedad mental y mucho menos, cuantificar cuantas personas en el mundo sufren de una. Psicosis nos proporciona una nueva mirada al mundo privado de la mente humana; al mismo tiempo que nos plantea el terror sagrado que infunde el destino sobre cada uno de nosotros.
 

A partir de los planteamientos de Sigmun Freud, Hitchcock elabora una película en dónde expone lo ominoso de la vida síquica del individuo, no es hasta la mitad de la película en dónde por fin se nos muestra el verdadero protagonista de la historia; la falsa pantalla creada por Marion es solo un distractor que nos aleja de la trama, conduciéndonos por caminos menos truncados.
Marion es la antagonista de Norman Bates, un hombre solo y ermitaño que se encarga de atender un motel a las afueras del pueblo. El papel que desempeñará Marion en la película es de suma importancia, debido a que por medio de ella el autor expondrá el tema de la culpa original y el de las casualidades. El robo que comete la antagonista y el seguimiento de su historia, conduce al espectador por una falsa premisa, la cual, por medio de la “casualidad”, se topará con la premisa principal, la historia de un hombre sicótico. Cualquiera de nosotros hubiese pensado que tras el crimen Marion comenzaría a padecer de sicosis, la voces en off que se escuchan en la película, son parte de la culpabilidad que siente la mujer, provocando que tarde o temprano desembocara un final trágico que sin querer.
La muerte de la antagonista refleja la disputa silenciosa entre ella y el protagonista. Norman no había tenido ninguna dificultad en más de diez años que lleva viviendo solo, cuando “La madre” de Norman asesina a la joven, se desata una serie de acontecimientos que nos llevarán hasta el clímax: el descubrimiento de la enfermedad del joven, sus crímenes, y por último ( y los más importante), la posesión total del cuerpo de Norman por parte de su madre.
Las dos personalidades que viven en la mente de Norman, desatan una guerra sin cuartel, cuyo premio será el control total del cuerpo. Cuando el joven es capturado por la policía, hay un extenso monólogo de la madre, esta se encuentra segura de que es una víctima más, su maldad innata debe ser aplacada para que nadie sospeche su influencia sobre él, se mostrará a sí misma como una indefensa mujer que no capaz de matar ni siquiera a una mosca.
Además de la sicosis del protagonista, también de desarrolla otros de los temas freudianos: el complejo de Edipo. El sicológo que explica la declaración de Norman y su forma de actuar, en un momento asegura que Norman se sentía tan celoso de su madre, que llega a asesinarla junto con su novio; cuando la madre asesina a Marion, lo hace por que Norman supone que ella se siente igual de celosa con él. El amor, atracción y obsesión del protagonista hacia su madre inicia la sicosis y la guerra interna que culmina en la película. Norman no puede aceptar que otro hombre llene el vació en la vida de su madre y desvié su atención de él, por ello, la madre, tampoco puede aceptar que su hijo que sienta atraído o excitado por otra mujer que no sea ella, por eso elimina a todas las mujeres que suponen un peligro para ella.
La fascinación hacia lo morboso se encuentra muy plasmada en esta película, no sólo al mostrar el complejo de Edipo y la sicosis del protagonista, sino también en lo que concierne a la sexualidad y a la muerte. La película inicia en un motel, donde se lleva a cabo el amorío de Sam y Marion, asimismo, es un motel en donde es asesinada la joven, debido a los impulsos sexuales que despierta en el protagonista.
Respecto a la muerte, el protagonista se encuentra tan habituado a ella que incluso ya tiene un lugar para esconder la evidencia de sus crímenes. Por otra parte, si tomamos en consideración a la madre, veremos que la relación Tanatos y Eros se desarrolla alrededor de ella: es por amor que Norman la asesina, por amor roba su cadáver y lo conserva lo mejor que puede, por amor ella asesina a todo aquel que amenace su seguridad y por amor a ella Norman no la puede abandonar ni sacar de su cabeza. El amor se encuentra rodeado por el velo de la muerte, incluso llega a rebasarla y continúa en el más allá.
Por último, analizaremos la figura de la mente humana como una trampa inaludible. Cuando Norman conversa con Marion menciona que “todos tenemos nuestra trampa privada... yo nací en la mía...”. En el caso de Marion, ella acepta que cayó en una trampa y decide salir de ella lo más pronto posible, sin embargo, sus planes se frustran debido a la trampa en la que la casualidad la hizo caer. La muerte surge como una forma de ajusticiamiento, como sabemos, Hitchcock considera que todos tenemos un pecado por el cual pagar y que a su vez, nos ata a una serie de acontecimientos conducidos por el azar; Marion cae en la trampa de la Muerte, su desesperación la lleva a robar el dinero de su jefe, este robo a su vez la lleva a escapar hasta finalmente llegar a las manos de su ajusticiador.
En el caso de Norman, la trampa en que nació es precisamente la que su mente le ha impuesto. El no poder desprenderse de la presencia y dominio de su madre lo lleva al delirio y a la asimilación de su figura. La guerra interna de identidades desemboca finalmente a la victoria de la personalidad dominante, la señora Bates se impone sobre su hijo, como una especie de invasora que se protege de mundo utilizando un cuerpo que no le pertenece.

lunes, 23 de mayo de 2011

Vértigo

La preocupación por el estado interno de las personas atrae a miles de personas en todo el mundo; al igual que el interés por conocer la vida privada de los demás, el conocer el estado síquico del otro justifica la tertulia de varios amigos durante las tardes desocupadas.
 En esta película se nos presenta una nueva noción de los personajes. Por primera vez nos enfrentamos a los temores de un hombre; la acrofobia de Scottie desencadenará una serie de sucesos irreversibles, los cuales, jugarán con la conciencia del espectador con respecto a lo que está presenciando a través de esta nueva ventana.
El primerísimo plano que aparece al inicio de la película, nos proporciona un enfoque sobre la enfermedad que aquejará y decidirá la vida del protagonista. El efecto de rotación en el ojo, es el mismo que se maneja cuando Scottie sufre de uno de sus episodios de vértigo; el manejo de la cámara en estas escenas es espectacular e impactante, logra reproducir y producir al espectador la sensación de vértigo y angustia que experimenta el personaje en esos momentos.
Después de ver caer a su compañero del techo, John decide retirarse de la policía. Midge, su amiga, le asegura que la única forma de curar el vértigo es experimentando un impacto emocional tan fuerte como el que se lo provocó. Conforme se desarrolla la historia, pareciera que la idea de la fobia del protagonista es delegada a un segundo plano, el autor nos lleva por la vertiginosa historia de amor y muerte que envuelve a Carlotta Valdés y a Madeleine Elster.
Al convertirse en el detective privado de Gavin Elster, John (Scottie) sin querer se ve envuelto en un complot  en contra de la verdadera esposa de Elster, pero no es hasta el final del clímax cuando, tanto él como nosotros, nos percatamos de esto.
Scottie desempeña el papel de un sicólogo que analiza los sueños del Madeleine, tratando de encontrar una respuesta satisfactoria a su forma de actuar y a la supuesta “posesión” que sufre; cuando esta “muere”, el propio John comienza a sufrir estos sueños, los cuales, junto con la melancolía y la culpabilidad, lo sumergen en las fangosas lagunas de su mente.
En esta película, se nos muestra un juego de identidades. Los personajes se caracterizan por su perturbación: Judy sufre las consecuencias de su pasado y John, su vértigo. La doble identidad de Judy y su participación en el crimen, la llevan a aceptar los cambios que le va imponiendo Jonh hacia al final de la historia; la obsesión del protagonista lo hace resucitar a un fantasma, llevándolo sin querer, a resolver el misterioso parecido de la joven con Madeleine y, en última instancia, a curar su fobia.
El pasado del protagonista lo convierte en el indicado para convertirse en el cómplice de un crimen. Sin sospechar nada, tanto él como nosotros, partimos del hecho de que la joven que conocemos como Madeleine es en realidad la esposa de Elster. Esta mala premisa no conduce por una historia secundaria de amor; “La triste Carlotta” emerge como la justificación necesaria para atar a John como testigo del suicidio –homicidio que comete Gavin. Al mismo tiempo, por medio de ella se desarrolla la relación amorosa obsesiva de Scottie con Judy.
La película desarrolla una serie de elementos sicoanalícos que conducirán al espectador a una serie de interpretaciones erradas. Estas interpretaciones servirán a su vez como el vehículo por el cual se mantendrá el suspenso a lo largo de la película. Los giros dramáticos son efectivos, el espectador jamás sospecharía de un crimen ni tampoco del trágico final.
Esta es la primera película en la que vemos la ejecución del crimen perfecto. Debido al colapso nervioso que sufre el protagonista, nuca sospecharíamos del juego de identidades que tramó Elster, y la participación de Judy en este. El asesino no es capturado cuando John logra resolver el crimen, en su lugar, Judy, como cómplice, debe pagar su equivocación con la muerte.
La fascinación por lo morboso conduce los pasos del detective, el amor y la muerte lo guían hasta el final. Judy, como antagonista, logra curar con su muerte el vértigo de Scottie. El collar del Carlotta se vuelve la pieza clave del rompezacabezas, su obsesión con la pintura y con Madeleine, lo lleva a asociarlo con Judy; sin el collar el protagonista nunca habría logrado descifrar el enigma. A pesar del amor que siente hacia la joven, el detective no logra hacer un lado el enojo y el resentimiento, fue partícipe ciego de un homicidio y la mujer que ama es una sombra.


viernes, 20 de mayo de 2011

El hombre equivocado

            La vida real proporciona al escritor el material suficiente para crear una extraordinaria obra maestra. Para realizar esta película, Hitchcock se valió del increíble hecho acaecido a un hombre de la época, al cual culpan de un crimen que no cometió.
Christopher Balestero es un jefe de familiar comprometido, amoroso y responsable, por mera casualidad del destino, es confundido con un famoso ladrón de los alrededores de la ciudad. Desde el inicio de la película, Hitchcock nos muestra la religiosidad del personaje, cuya vida depende del azar del destino y la interferencia de Dios en ella.
La noción de libertad que se nos proporciona el autor es la de una libertad sujeta a las vueltas del destino, el azar. El único defecto que tiene el protagonista es el de apostar. Este apostador no pierde todo su dinero en una carrera de caballos, invierte solo aquello que “le sobra” en su bolsillo. Este pecado menor es lo que lo atará al final a la culpabilidad que le ameritan.
 A pesar de las necesidades económicas que tiene su familia, Manny se mantiene como un personaje íntegro y virtuoso, su estado financiero lo coloca como el hombre ideal para cometer un crimen por desesperación. Su vida de apostador lo ata al azar, la libertad se convierte en un bien necesario por conveniencia de su familia y en última instancia, la propia.
La libertad es tan frágil como una mota del algodón, cualquier cosa puede dañarla o hacerla desaparecer, en el caso de Manny, el azar lo ha puesto en camino equivocado donde solamente Dios puede interceder por él, por ello, su madre le pide que rece con más fervor para que todo el mal entendido se esclarezca, no es hasta entonces cuando se ejecuta el verdadero milagro que tanto se esperaba.
El lenguaje cinematográfico que se maneja en esta película es isocrónico. Algunos de los eventos que se muestran en las escenas toman el mismo tiempo que se llevaría en la vida real; un ejemplo del manejo de este tiempo “real” es en la escena en donde se lleva a cabo el interrogatorio a Manny, sobre todo cuando escribe la nota que le piden los detectives; el escribir esta nota le toma el mismo tiempo que le tomaría a cualquier persona escribirla en la vida real.
A pesar de que esta película es un drama, Hitchcock sigue desarrollando los mismos tópicos que lo han distinguido en la vida del cine. El tema del falso culpable se maneja con audacia; la tensión dramática de la película recae en el hecho de que conocemos solamente lo que el protagonista sabe, los datos extras que logran explicar la tragedia familiar, son reservados para el desenlace de la historia, donde son utilizados como una especie de respuesta a las plegarias de Manny y su familia; el atrapar por mera casualidad al verdadero culpable redime a Christopher de su desgracia, pero no le devuelve la salud mental del su esposa.
El enloquecimiento de Rose es una estrategia que emplea el autor para divulgar su hipótesis de una forma más explicita. El tema que el individuo vive rodeado de un mundo peligroso que lo acecha, es retomado nuevamente en esta película. Rose está convencida de que existe algo (o alguien) que conspira en contra de ellos; lo ominoso que atenta contra su familia la hace considerar encerrarse en la casa para poder protegerlos. Finalmente, es tanta la tensión que sufre que opta por encerrarse en su propia mente y evidenciar la peligrosidad del mundo por medio de sus palabras.
El loco nunca miente, Rose primero duda, luego desconfía hasta llegar a enloquecer. Si la fe es la que redime a Manny de su sino desventurado, Dios no podía efectuar un segundo milagro en Rose; solo el tiempo podría encargarse de cerrar las hondas heridas que dejó en su alma la incriminación de un hombre equivocado.

lunes, 16 de mayo de 2011

La ventana indiscreta


Muchos de nosotros no hemos logrado escapar de ver cosas que se supone no debemos presenciar. Al igual que Jeff, hemos sido testigos de escenas privadas y en ocasiones escandalosas que en alguna medida nos ha traído una serie de problemas o dificultades.
La noción de espectador que nos trasmita Hitchcock en esta película es muy interesante, incluso hasta peligrosa. El ser testigo de un evento nos puede hacer cómplices de él o, sufrir las repercusiones por saber demasiado del  tema. A lo largo de toda su producción cinematográfica, el autor nos ha proporcionado una noción de espectador similar a la del mirón indiscreto; las persianas que se abren al inicio de la película, abren  nuestra perspectiva a un nuevo mundo desconocido, las ventanas son los ojos de la casa, el paso al mundo interior del individuo, al alma y al subconsciente.
La pierna rota del protagonista y su incapacidad de desplazarse, lo restringe a permanecer lejos de la acción trágica de sus fotografías. Abrumado por la estáticidad de su condición, se distrae mirando hacia fuera de su apartamento,  espiando la vida privada de sus vecinos. Stella le advierte de la peligrosidad de este hobby, el mirar lo prohibido puede incluso llevarlo a la cárcel; sin embargo Jeff no logra desprenderse de su nuevo vicio, sigue mirando las escenas cotidianas de sus vecinos, hasta que finalmente se convierte en el testigo de un posible asesinato.
Los pocos minutos que se queda dormido lo incapacitan de asegurar el asesinato, por medio de sus declaraciones va envolviendo en la trama a Lisa y a Stella, las únicas que llegan a creer en un posible crimen. No obstante, el detective Doyle al no tener las pruebas suficientes, salvo la declaración de un mirón indiscreto, deja de lado las investigaciones, pues la evidencia apunta a que no se ha cometido ninguna trasgresión.
Nosotros como espectadores contamos con la información que maneja el protagonista, no somos capaces de ver más allá de lo que se puede apreciar a través de la ventana de Jeff; de esta manera, nos hemos convertidos en cómplices de este voyerista, disfrutamos de las escenas íntimas de los vecinos, no reímos con los actos de La señorita torso, y lloramos la actitud de Corazón solitario. No podemos ver si en realidad Lars Thorwald asesinó a su esposa, vemos salir a una mujer muy parecida a ella del departamento, pero jamás vemos su rostro.
Esta incapacidad que sufrimos, nos hace pensar que en realidad estamos sospechando de cosas incomprobables, que tal vez no exista ningún crimen, y que hemos caído en la necesidad de buscar la emoción en los lugares más cotidianos. El mirar significa contemplar el panorama, nos abre la puerta a un nuevo conocimiento; nuestro ojos son el vehículo que nos trasporta a nuevos mundos, incluso inimaginables.
Hitchcock nos convierte en cómplices de Jeff y su afición. El concepto de cine que nos proporciona es la de mirar cosas que por algún motivo nos está vedado. La insistencia de seguir mirando e indagando pone en riesgo nuestra propia vida e incluso, la de las personas más cercanas a nosotros; pero, como seres humanos sentimos la necesidad de conocer más allá de lo que nuestro ojos ven, llevándonos por el peligroso camino del conocimiento.
La muerte del perro se convierte en el segundo indicio de la culpabilidad del antagonista, es el único de los vecinos que no sale a mirar tras escuchar las quejas de la dueña. El perro debe morir pues al igual que Jeff, ha desenterrado la evidencia que podrá incriminarlo
 El crimen perfecto se ve frustrado por la indiscreción de un vecino. Cuando Thorwald cae en el supuesto chantaje del personaje anónimo y luego va al departamento de Jeff, acepta tácitamente la culpabilidad del crimen.
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La escena donde Jeff utiliza el flash de la cámara para cegar al Thorwald es muy significativa: la incapacidad de mirar su objetivo lo imposibilita de poder acabar con él y salir airoso de su delito. La pierna rota del protagonista apunta a que el asesino podrá acabar con el único testigo del asesinato. Sin embargo, este no toma en cuenta la capacidad visual de las ventanas, desde dónde la policía es capaz de observar la pelea.
Al contrastar la primera escena con la última, podemos observar un cambio significativo e irónico en la actitud del protagonista: las persianas que se abren al principio ahora se cierran, dejando a fuera la tribulación de la ciudad y del vecindario; Jeff, ahora con las dos piernas rotas, mira hacia el interior de su departamento, dándole la espalda a los nuevos sucesos de la vida privada de sus vecinos; la amargura que sentía al principio se ha disipado, dejando en su lugar una sonrisa de satisfacción y felicidad.
Sin lugar a dudas, el observar la propia vida deja una satisfacción indescriptible en el individuo; el mirar hacia a fuera genera una serie de conflictos inmanejables. Jeff enmienda sus problemas amorosos logrando así una realización personal. Sin embargo, el mirar hacia fuera hizo capaz la captura de un asesino y que este pagara su delito, situación que no podría haberse resuelto sin la ayuda de un mirón indiscreto.