Muchos de nosotros no hemos logrado escapar de ver cosas que se supone no debemos presenciar. Al igual que Jeff, hemos sido testigos de escenas privadas y en ocasiones escandalosas que en alguna medida nos ha traído una serie de problemas o dificultades.
La noción de espectador que nos trasmita Hitchcock en esta película es muy interesante, incluso hasta peligrosa. El ser testigo de un evento nos puede hacer cómplices de él o, sufrir las repercusiones por saber demasiado del tema. A lo largo de toda su producción cinematográfica, el autor nos ha proporcionado una noción de espectador similar a la del mirón indiscreto; las persianas que se abren al inicio de la película, abren nuestra perspectiva a un nuevo mundo desconocido, las ventanas son los ojos de la casa, el paso al mundo interior del individuo, al alma y al subconsciente.
La pierna rota del protagonista y su incapacidad de desplazarse, lo restringe a permanecer lejos de la acción trágica de sus fotografías. Abrumado por la estáticidad de su condición, se distrae mirando hacia fuera de su apartamento, espiando la vida privada de sus vecinos. Stella le advierte de la peligrosidad de este hobby, el mirar lo prohibido puede incluso llevarlo a la cárcel; sin embargo Jeff no logra desprenderse de su nuevo vicio, sigue mirando las escenas cotidianas de sus vecinos, hasta que finalmente se convierte en el testigo de un posible asesinato.
Los pocos minutos que se queda dormido lo incapacitan de asegurar el asesinato, por medio de sus declaraciones va envolviendo en la trama a Lisa y a Stella, las únicas que llegan a creer en un posible crimen. No obstante, el detective Doyle al no tener las pruebas suficientes, salvo la declaración de un mirón indiscreto, deja de lado las investigaciones, pues la evidencia apunta a que no se ha cometido ninguna trasgresión.
Nosotros como espectadores contamos con la información que maneja el protagonista, no somos capaces de ver más allá de lo que se puede apreciar a través de la ventana de Jeff; de esta manera, nos hemos convertidos en cómplices de este voyerista, disfrutamos de las escenas íntimas de los vecinos, no reímos con los actos de La señorita torso, y lloramos la actitud de Corazón solitario. No podemos ver si en realidad Lars Thorwald asesinó a su esposa, vemos salir a una mujer muy parecida a ella del departamento, pero jamás vemos su rostro.
Esta incapacidad que sufrimos, nos hace pensar que en realidad estamos sospechando de cosas incomprobables, que tal vez no exista ningún crimen, y que hemos caído en la necesidad de buscar la emoción en los lugares más cotidianos. El mirar significa contemplar el panorama, nos abre la puerta a un nuevo conocimiento; nuestro ojos son el vehículo que nos trasporta a nuevos mundos, incluso inimaginables.
Hitchcock nos convierte en cómplices de Jeff y su afición. El concepto de cine que nos proporciona es la de mirar cosas que por algún motivo nos está vedado. La insistencia de seguir mirando e indagando pone en riesgo nuestra propia vida e incluso, la de las personas más cercanas a nosotros; pero, como seres humanos sentimos la necesidad de conocer más allá de lo que nuestro ojos ven, llevándonos por el peligroso camino del conocimiento.
La muerte del perro se convierte en el segundo indicio de la culpabilidad del antagonista, es el único de los vecinos que no sale a mirar tras escuchar las quejas de la dueña. El perro debe morir pues al igual que Jeff, ha desenterrado la evidencia que podrá incriminarlo
El crimen perfecto se ve frustrado por la indiscreción de un vecino. Cuando Thorwald cae en el supuesto chantaje del personaje anónimo y luego va al departamento de Jeff, acepta tácitamente la culpabilidad del crimen.
El crimen perfecto se ve frustrado por la indiscreción de un vecino. Cuando Thorwald cae en el supuesto chantaje del personaje anónimo y luego va al departamento de Jeff, acepta tácitamente la culpabilidad del crimen.
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La escena donde Jeff utiliza el flash de la cámara para cegar al Thorwald es muy significativa: la incapacidad de mirar su objetivo lo imposibilita de poder acabar con él y salir airoso de su delito. La pierna rota del protagonista apunta a que el asesino podrá acabar con el único testigo del asesinato. Sin embargo, este no toma en cuenta la capacidad visual de las ventanas, desde dónde la policía es capaz de observar la pelea.
Al contrastar la primera escena con la última, podemos observar un cambio significativo e irónico en la actitud del protagonista: las persianas que se abren al principio ahora se cierran, dejando a fuera la tribulación de la ciudad y del vecindario; Jeff, ahora con las dos piernas rotas, mira hacia el interior de su departamento, dándole la espalda a los nuevos sucesos de la vida privada de sus vecinos; la amargura que sentía al principio se ha disipado, dejando en su lugar una sonrisa de satisfacción y felicidad.
Sin lugar a dudas, el observar la propia vida deja una satisfacción indescriptible en el individuo; el mirar hacia a fuera genera una serie de conflictos inmanejables. Jeff enmienda sus problemas amorosos logrando así una realización personal. Sin embargo, el mirar hacia fuera hizo capaz la captura de un asesino y que este pagara su delito, situación que no podría haberse resuelto sin la ayuda de un mirón indiscreto.
Hola Lidia,
ResponderEliminarhe leido algunos post de tu blog y están muy bien!
voy a enlazar tu blog a mi artículo sobre la moda y "la ventana indiscreta".
Por si te apetece leerlo www.posestyle.blogspot.com (trata de moda, ilustración y diseño).
Un saludo!!